Honrando a mi madre, a mi padre y al árbol ancestral del que provengo, mi nombre es María Cristina. El linaje del que provengo es mi guía y bendición, aunque el camino de integración de toda su herencia inmaterial de sabiduría ha supuesto un gran proceso de sanación, enraizamiento y expansión.

Honrando la senda de mi propio destino, conectado a mi origen, y al propósito misional que me trae hasta aquí, mi nombre es Athaia. Este nombre esencial llegó a mí como un regalo de lo invisible significando “pequeña estrella de Gran Luz”. También significa “sanar”- “la que sana” – “saludable” y, conlleva a su vez, la capacidad de mirar desde una perspectiva elevada o un lugar alto.

Soy una humana, como tú, vulnerable y sensible.
Soy una eterna aprendiz en esta espiral de Vida.
Soy una mujer, bisexual, madre homomarental.
Soy una hermana del corazón, hija de la Madre Tierra y del padre Sol.
Soy una niña inocente y salvaje;
Soy una madre que cuida, nutre y sostiene;
Soy una joven apasionada y rebelde;
Soy una sabia curandera que recuerda cómo sanarse a sí misma.
Soy unos brazos que abrazan.
Soy un sueño despierto; soy otro Tú.
Soy Todo y no Soy Nada.